jueves, 7 de junio de 2012

Una vez te dije "no me faltes nunca", y tú, como de costumbre...rompiendo promesas.

A veces, pensamos que conocemos a las personas que están a nuestro lado, y que sabemos todo de ellas. También caemos en el frecuente error de creer a pies juntillas en todo lo que nos dicen, con cualquier palabra bonita ya nos ilusionamos. Sin darnos cuenta de que lo que importa no son las palabras, son los hechos. 
La mitad de las personas que pasan por nuestra vida, aparecen para dejarnos una lección, y después desaparecer, así sin más. Otras, aparecen para quedarse. Pero otras, aparecen para hacerte daño, aunque de todo se aprende.
¿Lo que más duele? La decepción. Que creas que una persona es de una determinada forma, o que pienses que va a estar ahí para ti, siempre. Porque claro, siempre te lo ha dicho. 
Pero no, resulta que no, que cuando estás al borde del abismo. Es el primero que va a acudir, pero para empujarte...que si tu felicidad no tiene las mismas metas que la suya, te va a intentar pisotear. Y no va a parar hasta conseguir quitar todo lo bonito que habéis pasado juntos. Sí, es la mayor decepción. Y por mucho que ya no sientas nada, por mucho que te alegres de haberte dado cuenta a tiempo...siempre va a quedarte algo ahí, y siempre te va a doler.

No hay comentarios:

Publicar un comentario