Hay días en los que te levantas, y no te apetece nada.
No te apetece estar para nadie.
Sólo te apetece estar sola, pensar y tomar decisiones.
Días en los que te levantas rayada, en los que viejos miedos vuelven a acudir a ti.
Hay días en los que mejor sería seguir durmiendo.
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